LA MALARIA COMO PRINCIPAL CAUSA DE MUERTES INFANTILES EN AFRICA
Cada dos minutos un niño muere de malaria en África, una enfermedad
que es la causa de una de cada cuatro muertes en el sur del Sáhara y que
es especialmente peligrosa para los más pequeños. Mañana lunes se
celebra el día mundial de esta enfermedad.
La lucha contra la
malaria ha registrado grandes avances en el resto del mundo, pero el
continente africano sigue siendo el mayor foco con el 90% de los
casi 440.000 casos de muerte por la enfermedad registrados en 2015, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
También
el 88% de los 200 millones de nuevas infecciones registrados el año
pasado en todo el mundo se ubicaron en ese continente.
Hay varios motivos que explican
por qué la enfermedad se ceba tan duramente con ese continente.
En África, la malaria es transmitida sobre todo por el parásito
"Plasmodien falciparum", que causa la variante más peligrosa de la
enfermedad infecciosa y que es además el parásito transmisor que más
tiempo sobrevive de todos.
A ello se añade el
clima tropical, las insuficientes condiciones sanitarias y una extendida pobreza.
Hay
una conexión directa entre la malaria, la pobreza y a alimentación, que
constituyen un auténtico círculo vicioso, asegura Marie-Reine Fabry,
experta en malaria de la Agencia de la ONU para la Infancia, Unicef, en
Senegal.
La malaria afecta sobre todo a las personas que viven
en casas mal construidas,
que ofrecen poca protección frente al mosquito Anopheles. Y si a ello
se une un debilitado sistema inmunológico debido a una deficiente
alimentación, las posibilidades de resistir a una infección se reducen.
La
malaria crea a su vez más pobreza pues cuesta mucho dinero a las
familias de los enfermos. El gasto en medicamentos y visitas al médico
se suma a la caída de los ingresos para la familia. Muchas familias
africanas gastan una tercera parte de su presupuesto en el tratamiento
de la malaria, según datos de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore,
en Estados Unidos.
La enfermedad también
es muy costosa para los gobiernos,
que gastan en prevención, medicamentos y campañas de reconocimiento
mientras su desarrollo y crecimiento económico se ralentiza.
A
ello se unen nuevos retos continuos en la lucha contra la malaria: la
resistencia que desarrollan con rapidez los mosquitos a los insecticidas
y causantes de la enfermedad a los medicamentos existentes son un gran
problema, señala Tiaan de Jager, experto en malaria de la Universidad de
Pretoria en Sudáfrica.
Pero por malos que los datos puedan
parecer, la evolución a largo plazo parece dar motivos para la
esperanza, incluso en África: cada vez menos gente en todo el mundo
enferma y muere por malaria y una gran parte de los países afectados
pudo reducir al menos en la mitad el número de nuevos contagios entre
2000 y 2015, según la OMS.